Como reza su propio lema, "Totana es artesana y alfarera", y es que estás en uno de los centros peninsulares más activos en este ámbito, con una rica herencia musulmana. No debes marcharte sin asistir a una demostración en los talleres del Barrio de las Ollerías, donde en otro tiempo se situaron los oficios alfareros.
Adentrarte por los Huertos de Totana sin rumbo ni guía y perderte entre las casas señoriales típicas, los almendros, naranjos y limoneros, es una auténtica delicia para los sentidos. El encanto de este paseo alcanza cotas insospechadas en primavera, cuando el buen tiempo y la fragancia a azahar son más intensos.
En Totana son típicas las tortas de pimiento molido, la mantellina y los santiaguitos. Las primeras son ideales para desayunos y almuerzos, la mantellina es el licor tradicional que se bebe en la romería de la Santa, con miel, limón y anís, y el santiaguito es un manjar de repostería elaborado con almendra marcona. ¡Bon Appétit!
La intensidad histórica y cultural de las calles y huertas de Totana queda patente en su gastronomía. Comprobarás que se encuentra íntimamente ligada con los ciclos estacionales y festivos y que se basa en los alimentos que proporciona la tierra combinados de una forma sencilla. Destacan platos como las migas con tropezones y el arroz con conejo y caracoles.
Sólo entenderás la Semana Santa de Totana si la vives. Una de las peculiaridades de esta festividad es que tanto los vecinos como los forasteros, aunque no formen parte de ninguna Hermandad, pueden participar en las procesiones. Sorprende ver cómo los nazarenos, vestidos de negro, salen de las filas para avituallarse en bares y tascas o casa de amigos y familiares que preparan viandas propias de estas fechas como la pipirrana, paparajotes y empanadillas.
Totana puede ser recorrida fácilmente a pie así que, si eres un apasionado de la cultura y la arquitectura, te quedarás prendado de este agradable paseo que te llevará a los puntos de mayor interés de la localidad. Son de obligada visita el Templo de Santiago, la Fuente de Juan de Uzeta y el Arco de las Ollerías. Durante el itinerario tendrás como referencia uno de los mayores símbolos de identidad totanero, la Torre Toscana.
El museo está dividido en cinco niveles. El primer nivel acoge la sala capitular que hace referencia a la entrega de las tierras de Totana a la Orden de Santiago. El segundo nivel es el coro de la iglesia, donde se muestra el artesonado mudéjar del templo y la explicación de sus capillas. El siguiente nivel es el conocido como ¿cuarto de los novios¿, que era la antigua casa del campanero, donde se muestra el reloj antiguo de la torre, cuyo sonido ha marcado la vida del pueblo. El cuarto nivel no es visitable, ya que contiene el actual reloj actual. Y el último nivel es el campanario, donde se encuentra la segunda campana más antigua de la Diócesis, que data de 1470, con curiosidades que tan sólo los visitantes podrán descubrir.
Alberga una colección de emblemas de brazo de policías nacionales e internacionales superior a las 1.600 unidades, distribuidas en su mayor parte en cuadros por toda las dependencias policiales, además de Placas Metálicas originales, muy buenas colecciones de pins policiales, más de 100 prendas de cabeza de distintas policías nacionales e internacionales, armas inutilizadas, sobre los 10 uniformes completos de policías de distintos cuerpos, la primera moto de policía municipal que funcionó en el municipio, placas de matriculas de ciclomotores, bicicletas, carros, fotos antiguas de los guindillas, etc. además de un libro muy emblemático como es el reglamento orgánico de los serenos municipales de Totana, del año 1904, etc. Algo realmente curioso de ver.
Es una obra barroca del siglo XVIII, única en la región. A lo largo de la Historia Totana ha estado dividida en dos barrios: el de Sevilla y el de Triana; al barrio de Sevilla no llegaba agua y para paliar el problema, el Concejo acordó "conducir el agua de la fuente de la Carrasca hasta la plaza de la villa" (1750). Se construyó para ello esta fuente barroca, según diseño del escultor granadino afincado en Lorca y que le da nombre. Se siguió para ello la traza del artista local, Silvestre Martínez.